Mi palabras se pintan aquí otra vez, plano y frio sobre 13.50; siempre he dicho que el estomago vacio no me deja pensar, siempre un poco mas
depresivo antes de la hora del desayuno o el almuerzo que después de llenar la
barriga, que duro tiene que ser para esa gente sin esperanza que no tiene que
llevarse nada a la boca y pasan necesidad.
Tenía pensado esto, y ahora que estoy en barbecho tital,
como diría mi hermano, aprovecho para hacerlo. Quería escribir una entrada que
no tratara de ningún tema y fuese interesante, creo que la esencia de lo bueno
esta en las situaciones no vinculadas a nada, pero que dejan ese sabor inolvidable
de saber que el tiempo que ha transcurrido ha merecido la pena.
Me refiero a esa cerveza que tomas con un viejo amigo el
cual te encuentras sin haber quedado y se convierte en el mejor momento del día
sin saber que pasaría, a esa canción que te encanta aunque la letra no te sirva
de inspiración, a esa comida en casa a la que sigue una buena sobremesa sentado al calor de la mesa camilla sin pensar en nada, o a esa conversación con esa persona que tanto hace que no
hablas y de casualidad se pone en contacto contigo, y que te llena más que cien mil palabras.
Sigue soplando frio aire desde la ventana de mi despacho,
suena el ruido de la impresora, vistas a los tejados de los bloques del barrio y en mis cascos suena mi artista favorito. A
veces pienso que no pensar en nada es la mejor de las terapias, así que supongo
que no hablar sobre nada y escribir puede ser una buena actividad…
Ya lo creo….
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